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lunes, 24 de noviembre de 2014

Mortero portátil


Aunque el Rey de los Relojeros era en verdad poderoso y su capacidad por fabricar instrumentos maravillosos también podía centrarse en la fabricación de objetos destructivos si así lo deseaba, era un gobernante más bien pacífico cuya autoridad emanaba de su sabiduría y no de la fuerza de la armas.

Al principio de su reinado de doscientos años, todos los inventores de mayor rango lo consideraban su señor y decano. Sin embargo, las vidas de estos señores con el tiempo se fueron apagando, y en el periodo intermedio del reino, los arrogantes descendientes de los gobernantes de las regiones fronterizas se encerraron en sí mismos y gobernaron como pequeños reyezuelos sin atender a la ley de la tierra de los relojeros. Imponían su voluntad mediante la intimidación: cada uno de ellos se fabricó una legión de toscos y feos hombres de metal, pervirtiendo con sus mentes el conocimiento que les habían dejado sus maestros milenios atrás.

Cuando estos señores feudales empezaron a reclamar el pago de diezmos y la servidumbre del resto de relojeros, todo se creyó perdido. Sin embargo, el Rey tenía, como siempre, un as en la manga. Sin mediar palabra con sus preocupados consejeros, bajó a las profundidades del relicario del castillo y emergió de nuevo llevando un extraño objeto poliédrico en la mano. A continuación, se puso a dar instrucciones para la construcción de unos pequeños morteros o bombardas portátiles.

Dichas armas no disparaban balas macizas, explosivas o metralla alguna: mediante aire comprimido lanzaban bolas de vidrio, fibra vegetal o algún otro material fácilmente rompible llenas de molesto polvo irritante, babas extremadamente pegajosas o incluso pequeños insectos mecánicos diseñados para atacar los mecanismos de los hombre des metal, quienes acabaron reducidos a pilas de chatarra. Los señores fronterizos capitularon poco después, en muchos casos entre estornudos o con las cejas depiladas en contra de su voluntad.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Antigua pistola láser

Nuestro inventor e investigador de antiguas tecnologías, Albert Leopold von Getriebebourg, ha restaurado esta pistola láser. Como muchos sabéis este tipo de arma fue muy popular gracias a su fácil manejo y mantenimiento. Este modelo en concreto dominó el mercado con una innovación que ahora nos resulta familiar: fue la primera pistola láser con batería recargable.

sábado, 5 de julio de 2014

Desintegrador


Aunque muchos suelen confundirlo con un trabuco de tamaño infantil , el objeto que pueden ver en nuestras vitrinas es uno de los últimos desintegradores.
Inventados en la época en la que las pelucas empolvadas dieron paso a los bigotes y a las patillas, los desintegradores fueron durante mucho tiempo las armas más modernas en la panoplia del caballero decimonónico. Es menester aclarar que por modernas no queremos decir que poseyeran la sofisticación y elegancia de las lujosas pistolas de duelo, pues su concepción fue total y absolutamente burda.
Ideados inicialmente como armamento para limpiar lugares estrechos a base de chorros de gas hipercalentado, al final resultaron ser igual de útiles tanto para freír al enemigo como para explotar reduciendo a cenizas al usuario y a todo ser vivo en un radio de diez metros. Tanto era así, que al final la única solución posible fue la inyección del gas dentro de pequeñas balas esfericas, reduciendo enormemente su potencia y desterrando para siempre a las armas freidoras del uso y producción masificados.
No obstante, estos objetos encontraron un nuevo hogar en el mundo de los duelos entre caballeros, quienes podían escoger batirse con un desintegrador siempre que su rival también usara uno. El resultado del duelo dependía de la cantidad de "satisfacción" que exigiera el ganador al regular la cantidad de gas inyectado en la carga. Esto significa que, en términos prácticos, el duelo podía acabar con resultados tan dispares como una quemadura leve o un boquete en la espalda, y eso contando con que alguno de los dos contendientes acertara.

viernes, 20 de junio de 2014

Yelmo de mono

 
Muchas veces lo que ahora son mathoms sin otra utilidad que la de adornar rincones de nuestra casa fueron objetos de uso cotidiano. Un buen ejemplo es este yelmo de mono, uno de los pocos ejemplares que quedan de cuando era habitual llevar un mono armado sobre el caballo. Algunos grupos recreacionistas tratan de reintroducir la lucha con mandoble y mono armado como disciplina deportiva, pero la situación legal del uso de animales en competiciónes de lucha es muy delicada.